¿Mariátegui era de la izquierda parlamentaria? A propósito de lo escrito por César Hildebrandt “La izquierda como deserción”

 

                                             Juan Devéscovi, Trabajadores, 1928


El pasado viernes 6 de junio de 2025, en su número 736 del semanario Hildebrandt en sus Trece, César Hildebrandt, uno de los escasos periodistas que aún rescatan su digna labor y se gana el respeto por eso mismo, redactó “La Izquierda como Deserción” en su consuetudinaria columna “Matices”, en la que se expone brevemente el “desastre de la izquierda” en sus últimos 100 años, refiriéndose a “esa izquierda que viene desde Mariátegui y que se dirige a ninguna parte”, habiendo “perdido además su derecho a su utopía”. El señor Hildebrandt no es un hombre que quisiera y pudiera comprender la esencia de la dialéctica materialista, por su posición de clase en la intelligentsia rimbombante de la burguesía. En sus párrafos confunde izquierda con marxismo, marxistas con izquierdistas, y conjuga con sus ingeniosos verbos críticos a la izquierda parlamentaria con Mariátegui. Sin embargo, José Carlos Mariátegui es un hombre de una vida al servicio de la revolución y no al servicio del parlamento, al servicio de la lucha de clases y no al servicio de la lucha entre izquierdas y derechas por ocupar un puesto en instituciones burguesas. Intentar juntar al Amauta con las izquierdas parlamentarias, por un reconocido periodista e intelectual, es un vil engaño y un insulto.

Es cierto que, en los últimos 100 años, han existido y existen personas “sin consistencia de hombre”, sin consistencia ideológica, y llamándose izquierdas han usado la figura de Mariátegui para sus fines electoreros y oportunistas, en tanto que ocultan su pensamiento y propuestas programáticos. Hildebrandt, al igual que muchos profesionales, académicos e intelectuales usan la categoría de Izquierda y Derecha para reducir a esta dicotomía los fenómenos políticos y sociales, categorías que obedecen a Norberto Bobbio y otros italianos afines. Nosotros advertimos que al analizar la política y la historia política no debemos reducirla a izquierda y derecha, puesto que estos dos términos surgen de la revolución francesa designando a conservadores monárquicos y progresistas burgueses, y actualmente simbolizan las pugnas exclusivamente parlamentarias y electoreras, parasitarias, esto quiere decir que no va contra el sistema de explotación del hombre por el hombre, no va en contra del capitalismo ni contra el imperialismo, no toma posición real a favor de los intereses de las masas explotadas, la izquierda se usa como término demagógico. El carácter de esta dicotomía se somete al orden imperialista, al orden burgués, es lenguaje que busca jugar en los juegos que el Estado Burgués y Gamonal crea y permite, jugar para saber quién de las facciones administra mejor al Estado de los poderosos, y explota mejor a los trabajadores. Por esto es que Hildebrandt dice:

 “Y pensar que esa izquierda llegó a ser casi un tercio de los votos del Perú. Hoy ni siquiera tiene un candidato digno de ser nombrado”

El problema entre izquierdas y derechas es efectivamente una contradicción, pero es una contradicción parlamentaria entre dos facciones políticas del mismo cuerpo explotador, dos brazos de la clase explotadora que se encuentra como clase dominante. La dicotomía de Izquierda y Derecha no representa ni expresa la contradicción fundamental en la política. Si habría que establecer términos en sentido espacial o direccional para designar las clases y sus fieles cuadros, sería: los de arriba (burgueses, gamonales, burócratas –explotadores-), y los de abajo (obreros, campesinos pobres y medios, pequeña burguesía –explotados-). En política tiene su expresión la lucha de clases, que es contradicción y ley universal, la política se desgarra por tanto en vieja política y nueva política, una burguesa-gamonal y otra proletaria, dos opuestas políticas de clase, en función a las acciones e ideas bajo la primera o bajo la segunda habría que analizar a hombres de semejante calibre como Mariátegui, Lenin, Stalin, etc., y distinguir a los antiguos y actuales izquierdistas burócratas; pero no confundiendo a marxistas con izquierdistas, ni tachando el movimiento comunista internacional como experimento fallido y ridículo, como lo cataloga Hildebrandt y tantos otros intelectuales, funcionarios y repetidores. El comunismo no es experimento, es dialéctica. Si se lee con atención la doctrina marxista puede comprenderse aquel sentido necesario de la historia, hay que leer, comprender y discutir a Mariátegui. Al Sr. Hildebrandt lo limitan sus condiciones materiales e ideológicas de clase, por lo que al criticar a la izquierda, Perú Libre, Antauro, Pedro Catillo, Verónica Mendoza, etc. y a la derecha, los Fujimori, APRA, Aliaga, Acuña, Etc., no hace sino criticar a personas que juegan con las mismas costumbres y vicios nefastos que se ha heredado del sistema feudal y que gritan y mueven bajo la opresión imperialista, es decir, a partidos e individuos de la vieja política; pero no es una crítica justa y válida, por cuantos verbos elegantes pinte el señor Hildebrandt, al movimiento comunista y al marxismo. El comunismo existe en el carácter social de los instrumentos de producción (en el seno, como nueva y pujante fuerza, del enfermo mundo imperialista que controla, roba, explota, reprime y mata) y en los millones de trabajadores y masas populares que cuestionando este sistema se movilizan, protestan y luchan al pie del desborde monopólico, en que en medio de aquellas luchas buscan y encuentran,  por necesidad de superar todos los problemas que mencionó el señor Hildebrandt en sus últimos párrafos, la organización suficientemente poderosa para que los propios obreros y creadores de riqueza administren hasta en su último intersticio al Perú.

Dice Hildebrandt “No hay Mariátegui, no hay referentes, no hay ideas en la izquierda del Perú actual gobernado por el lumpen”. El lumpen parasita en el sistema de gobierno, pero la gran burguesía controla y ordena el sistema de Estado, Hildebrandt critica al gobierno, es correcto, pero no va más allá, no critica el sistema de Estado, porque es intelectual burgués. Al condenar “No hay Mariátegui” es que no habrá ningún Mariátegui en el Parlamento pues, Mariátegui nunca apostó por ello, lo condenó como cretinismo parlamentario, y actualmente es un vicio perverso en que se hacen y deshacen alianzas a conveniencia arribista, sirviéndose de las masas para defender como burócratas el statu quo. Podrán surgir ideas, grandes ideas demoburguesas, sin embrago, Mariátegui enseñaba que los principios e ideales nobles y progresistas de los demócratas burgueses que se sustenta en la democracia y el parlamento han caducado en la época del imperialismo, a esto se debe, además, la crisis de la democracia, de los parlamentos, congresos y elecciones, crisis de democracias burguesas. Al Perú actual se le impone el capricho imperialista, esto es, el poder del sistema imperialista, y se le desangra con las cadenas de la semifeudalidad revestida.

Mariátegui también enseñó que si algún funcionario digno de las leyes se atreviera hacer cumplir tajantemente las normas, leyes y preceptos liberales de la constitución terminaría aplastado sin clemencia por el poder del gamonalismo, gamonalismo que subsiste bajo nuevas formas y se oculta tras la formalidad liberal. Así que, cuando Hildebrandt y tantos otros tachan a Pedro Castillo con verbos ridículos y de mofa, cometen la imprudencia y tosquedad por no comprender la naturaleza del poder heredado, fortificado y reorganizado que representa a las clases apátridas dominantes del Perú y no permiten a nadie salvo a quienes siguen su voluntad y caprichos para la revuelta de la reacción que busca eliminar las conquistas alcanzadas por extensas luchas.

Un Mariátegui no surge porque así estaría predestinado desde su nacimiento, un Mariátegui no surge por simple voluntad de un hombre, un Mariátegui surge solo tras largos años de extensa y profunda lucha de clases del proletariado contra el sistema imperialista. Un Mariátegui es creación heroica de las masas en medio de sus luchas. La vanguardia obrera y de las masas populares solo es posible sobre el movimiento de emancipación, no hay verdaderos y mejores referentes sin que la engendren las mismas masas en su búsqueda de libertad de clase. No es primero el hombre, son primero las masas.

Utopía la tienen estos intelectuales burgueses que niegan el proceso revolucionario y persiguen o piden con su crítica y criticismo la llegada de buenos hombres que gobiernen buenamente por encima de las clases a todos los peruanos, que cumplan las leyes y que sean muy sabios para dirigir, verdadera quimera que nunca se realizó ni realizará, puesto que el poder político sirve a los intereses de una u otra clase dominante, en la que el Perú desde su fundación como República, fue y es una República sin el indio y contra el indio, sin la clase explotada y contra la clase explotada, es en cambio una república con vestimenta formal burgués pero que mantiene relaciones, actitudes y problemas de la feudalidad, es en cambio un Estado al servicio del imperialismo. Que los demócratas y estadistas sigan esperando a sus parlamentarios como cual testigo de jehová espera la llegada del mesías. El proletariado y las masas populares no esperan nada, actúan y piden hechos, porque nos exigen las necesidades reales, y es, sobre sus luchas, donde se comenten errores, espontaneidades y se limpia de elementos oportunistas y divisores, donde se supera cada eslabón para crear organizaciones poderosas y tomar el destino en sus manos. El movimiento obrero y de masas trabajadoras no es izquierda parlamentaria, es movimiento histórico de los de abajo para derrumbar el imperio y privilegios de los de arriba.

Las elecciones son cantares de la democracia burguesa que no funcionó en más de 200 años de república, por todos lados nos llaman a votar, nos llaman a creerles, el cuerpo enfermo del Perú no se ha solucionado con elecciones, por esto votar es continuar confiando en las promesas de este des-orden en que burócratas se hacen más gordos, en que pagamos prostitutas para estos gordos, pagamos para que nos repriman y para salvar las empresas de los capitalistas de sus propias crisis, entre otros tantos privilegios perversos más. NO MÁS A ESOS CANTARES.


Por: KM

Comentarios

Entradas populares